Al estar en tu Palabra das respuestas,
y a tu decisión se inclinan nuestros actos;
elaboras el desenlace y, aún, lo esperas.
Para salir de nuestra confusión, tu ayuda está dispuesta;
nos das las palabras, guías nuestros pasos,
y admirados preguntamos: ¿Es de veras...?
El sembrador y el cosechador se encuentran
cuando derramas tu amor en nuestra vida,
aparece, entonces, del Espíritu la voz amiga,
y de emoción nuestros corazones tiemblan.
Te llamará el condolido en su aflicción
confiando en tí, y también el pobre,
en tu gracia responderás cada oración.
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