¿Dónde está, oh Dios,
quien alza la bandera sobre los montes?
¿Dónde, el atalaya para prevenirnos?
En las ciudades claman confundidas
muchedumbres enardecidas,devastadas,
altaneras, ignorantes;
torrentes de almas que necesitan salvación.
La fruta madura artificialmente;
no hay bosques ni praderas;
las ovejas son criadas en encierros,
sin ver el cielo y sin ver el sol.
¿Dónde está la voz de tus fieles?
¿La ocultan la estridencia y el dolor?
Mas como rebuscos, aquí y allá,
nos dejaste algunos lugares protegidos,
en que el alma aún puede descansar,
y brotan lirios, surgen fuentes de agua viva,
se tienden manos, se dan abrazos,
nacen esperanzas, crece fidelidad.
También nos diste una tarea,
que a otros es imposible,
mas debemos terminar:
sembrar en terrenos yermos,
ver las plantas germinar,
regarlas con oraciones,
cuidarlas hasta el final.
Así cuando nuestro Señor vuelva,
nos recogerá y nos guardará.
Busquemos tras la apariencia
ese mundo más real,
que habitan todos tus hijos
y que vive la amistad;
allí no hay desocupados,
ni tampoco enfermedad,
la muerte no tiene entrada,
ni tiene cabida el mal;
allí está Jesús cerca nuestro
guiándonos a la eternidad.
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